Es un vago recuerdo de infancia, como son de vagos de todos los
recuerdos de la tierna infancia, en una edad incluso anterior a la de
escolarización – yo fui secuestrado de las faldas de mi madre a
los 4 años para iniciar ese proceso se socialización que pasa por
la escuela…
El lugar, para mí una obviedad… “La
Albufereta”… andaría pululando bajo la mesa de una cafetería
cualquiera o entre las piernas de mi padre, jugando con cochecitos, o
vete a saber, mientras mi padre, al que llamaban “Don Carlos”
bebía su güisqui (uno de muchos) del domingo por la mañana en uno
de los pocos momentos de solaz de los que podía disponer…
Muy
cerca de ahí había unos Sres. mayores, jugando a la petanca,
aparentemente nada los distinguía de los demás, salvo tal vez los
bultos debajo de los sobacos de sus jerseys… estaban algunos con
sus propios nietos, a los que les acariciaban el cogote con
regularidad, y entre ellos hablaban un idioma extraño, que no era ni
español, ni francés, sino una mezcla de ambos, con alguna palabra
de árabe entre medias… “francés de la Albufereta”…
También
los distinguía un cierto aura de aplomo y tranquilidad, ese aplomo y
esa tranquilidad que da la vida cuando ya se ha visto todo y se ha
visto demasiado, cuando se es un superviviente que ha tenido que
reconstruir su alma tras haber acabado con el corazón hecho añicos
demasiadas veces, demasiadas veces por ver morir a amigos, a
familiares, algunos de ellos entre sus brazos, a alguna novia, a
algún hermano… por ser exiliados, por haber perdido el que era su
país…
Los bultos de debajo de sus jerseys que obviamente no
se podían quitar a pesar del sol solían ser Lugers de 9 mm colgando
de la sobaquera… era su arma preferida…
Eran veteranos de
dos guerras, la primera, la IIª guerra mundial, en la que la mayoría
de ellos habían servido en las FFL en la campaña de Italia, codo a
codo junto con los americanos desde Sicilia o el desembarco en
Nápoles, algunos habían ganado medallas que no habían conservado,
pero las Lugers, sí… las Lugers eran un recuerdo, un recuerdo de
hazañas bélicas que habían recuperado de los cinturones o de las
manos muertas de algún oficial alemán…
La Luger 9 mm. es
primera la arma de la que guardo algún recuerdo, muchos de ellos
pasaban por casa, y las dejaban en una bandeja en la cocina, por el
simple hecho de que estaban en “santuario” y no se sentían
amenazados de ningún modo… esos artefactos despertaban mi
curiosidad… “Eso no se toca” me decía mi abuela leyendo los
malos pensamientos en mi mente…
- “Esos Sres. son de la OAS…” le dice el camarero a Don
Carlos, como pretendiendo confirmar una intuición certera, mi padre
asiente…
Después de jugar a la petanca se sentaban en alguna
mesa próxima a la nuestra, y después de saludar a “Don Carlos”
y bebían su pastís, que era algo que yo no entendía… ¿por qué
había que añadirle agua de una garrafita a lo que contenía el vaso
que les había servido el camarero? - Yo no podía entenderlo, mi
padre bebía directamente de su vaso lo que le habían servido, como
yo entonces podía beberme leche o algún zumo sin añadirle nada…
La segunda de las guerras a las que habían sobrevivido fue la
guerra de Argelia, una guerra sucia, muy sucia, como lo son todas las
guerras que se trasladan a las ciudades y en las que pueden estallar
bombas en los kioscos, en las cafeterías o en cualquier panadería…
Una guerra con un enemigo difuso, mezclado entre tus vecinos de toda
la vida, pero esta guerra fue mucho peor…
Hubo un pasado
reciente en que el Argelia no era un país independiente, era 3
departamentos de Francia, 3 distritos administrativos de “la
República” fundada allá por 1793 en plena revolución, no era una
colonia lejana como Indochina, para quien la metrópoli podía ser
una vaga referencia mitológica y cuya presencia solo se manifiesta
por la presencia de un ejército colonial, Argelia era la propia
“Francia Metropolitana” separada del resto del país por el mar
llamado “Mediterráneo”…
Pues atrapados en una guerra
extraña, fomentada por el comunismo internacional y alentada desde
Moscú en nombre de “la libertad de los pueblos oprimidos”,
fueron sacrificados… pagaban impuestos a la República, a Francia,
para tener las garantías jurídicas de seguir siendo franceses pero
alguien o alguienes en algún despacho decidió que no valía la pena
mantener la integridad territorial del país, que esos tres
departamentos de Francia se le podían entregar a quien fuera…
porque el esfuerzo militar para defender la integridad de su
territorio más allá de un escaso tramo marítimo no merecía la
pena… Y esa guerra se volvió aún más extraña todavía, y mucho
más sucia todavía, se convirtió en una guerra en la que el propio
ejército de Francia disparaba contra sus ciudadanos, y en la que
cerraron las puertas de los cuarteles negándole la entrada a los
mismos a aquellos que llevaban sus propios uniformes sin ser “hombres
blancos”, y permitiendo que 40,000 de sus propios soldados fuesen
degollados en las calles en un solo día…
Y al resto, al
resto se les dio a elegir entre irse, abandonar sus vidas, sus casas,
su negocios, o correr su misma suerte, algunos se rebelaron, y el
ejército francés siguió disparando contra ellos… hasta
prácticamente empujarlos a los barcos en los que abandonaron su
país… Y rompieron las medallas que habían ganado en la IIª
Guerra Mundial, o las tiraron al mar… y algunos se negaron a volver
a Francia, y llegaron a Alicante… y jugaban los domingos a la
petanca en la Albufereta…
… pero la guerra sucia les siguió
persiguiendo…
Algunos generales se rebelaron… y fueron
perseguidos, por un general con menor graduación que ellos pero que
tenía el “poder político” más allá (y por encima) del poder y
el estamento militar… Es de suponer que en el entonces generalísimo
y jefe del estado Don Francisco Franco en su infinita obtusidad para
todo lo relacionado con la democracia, o para cualquier otra cosa que
no fuese el estricto orden y jerarquía militares tampoco lo
entendiese y les concedió santuario, a los generales perseguidos y a
todos los que intentaron organizarse para evitar la traición que
hizo que perdiesen su país… y fueron perseguidos, de modos sucios,
secuestrados, difamados, asesinados, o cosas peores, por un
terrorismo de estado al servicio de intereses oscuros…
Entonces
España era aún un cuartel… y esos Sres. que jugaban a la petanca,
con sus Lugers, estaban controlados, junto a ellos mirándolos jugar
había un Sr. comandante de la Legión, teóricamente retirado, pero
en realidad a sueldo de la casa grande de la Carretera de la Coruña,
que desde entonces ha tenido muchos nombres, y en la actualidad se
conoce como C.N.I., su vigilancia era una labor fácil, estaba casado
y tenía un hijo con una Sra. que era como ellos… Supongo que sus
informes serían escuetos, algo en este estilo: No son un peligro,
sí, suelen ir armados, son adictos al régimen y no manifiestan
ninguna actitud subversiva, es posible que no resulte conveniente
desarmarlos, tal vez necesiten de sus armas con motivos de legítima
defensa… “Esos Sres. son de la OAS…”…
VIVE L'ALGÉRIE FRANÇAISE!!!